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El círculo representa
el cielo: tiempo, pensamientos, espíritu, inteligencia,
metafísica.
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La cruz representa
la vida: sentimientos, mente, psicología.
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El cuadrado representa
la tierra: espacio, sentido, instintos, materia, cuerpo.
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El
ser humano se encuentra en buena salud cuando hay equilibrio entre estos tres
niveles.
Si la energía no está en
armonía en uno de estos niveles, el ser humano enferma. Esta es la base de la
sofrología, por definición, la salud es el equilibrio perfecto entre el
espíritu, la mente y el cuerpo.
La finalidad de la sofrología es la de
obtener y mantener el equilibrio perfecto, la armonía entre el espíritu, el
cuerpo y la mente. Un síntoma que se siente en algún lugar del cuerpo puede
tener su origen tanto en la mente como en el espíritu. La sofrología enseña
como hallar la armonía para prevenir los síntomas y también a hacernos
responsables de nuestro propio equilibrio, de la salud, de encontrar la
felicidad.
La sofrología es una terapia, pero también es
una forma de prevenir.
Todo nuestro sistema educativo se basa totalmente en el cuadrado,
es decir, en el materialismo y en el racionalismo, no hacemos más que estimular
el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, por lo que solamente experimentamos
una pequeñísima parte de nuestra” Totalidad”. Resultado: somos una sociedad materialista, esclava de sus instintos, somos
científicos que en realidad no tienen más que el cuerpo y sus síntomas como
meta. Nuestra inteligencia se debilita poco a poco, puesto que solamente
vivimos en el nivel del cuadrado. Condicionados hasta el embrutecimiento, hemos
creado un rebaño que ha perdido gradualmente la noción de un” todo”,
del amor, de nuestras emociones y, naturalmente, de nuestra espiritualidad. El
mundo espiritual es, para la mayoría de nuestros contemporáneos, una inmensa
herejía. Ya no hablamos más que de dinero, de sexo o de trabajo, cosa que nos
lleva progresivamente por la pendiente deslizante de una robotización, en la
que nos hacemos incapaces de pensar.
El círculo representa el lado espiritual del ser humano correspondiente al divino, allí donde las cosas no son explicables,
sino más bien experimentadas, vividas. Eso puede aplicarse a la comunicación
llamada “no verbal”, y esa relación silenciosa entre dos
seres humanos es la más poderosa que existe, e incluso mucho más que una comunicación
verbal. Si leen muy atentamente, y me escuchan, observarán que intento
comunicarme con ustedes más allá de las palabras, de las frases, y entonces
podemos hablar de comunicación “espiritual”. Pero si leen utilizando simplemente su entendimiento racional,
entonces nos comunicaremos al nivel del cuadrado.
Entonces hablaremos del simbolismo profano
La comunicación al nivel de la cruz representa el simbolismo sagrado. Sienten mis palabras, crean en ustedes una emoción más o menos
intensa, estrechamente relacionada con los símbolos empleados, por encima de
toda racionalidad, escucharán así un lenguaje sagrado
Es bastante complicado, intenten comprender,
pero sin cansar demasiado su atención.
Si relacionamos el símbolo al concepto del
ser humano en vertical, en buena salud, y consideramos nuestra anatomía,
descubrimos que el círculo representa
nuestra cabeza, la cruz esquematiza nuestro pecho con los brazos (en cruz) y el cuadrado nuestro abdomen.
Nuestra cabeza contiene el cerebro, que
es el órgano del pensamiento, de la inteligencia. Es nuestro órgano espiritual,
gracias al cual podemos comunicarnos completamente con nosotros mismos y con
los demás, sin pronunciar una palabra.
En el interior de nuestro tórax tenemos
los pulmones y el corazón, que están directamente relacionados con nuestras
emociones y con nuestros sentimientos. Siempre que tenemos una emoción, se
produce un cambio de ritmo cardíaco y respiratorio. Esa cruz representa pues,
la parte de nuestro cuerpo llamada “sagrada”, en la que los órganos están
relacionados con la psiquis.
En el abdomen, por el contrario, tenemos
los órganos materiales relacionados con el instinto, el cuadrado.
Si observamos con más detenimiento, vemos
que el cerebro, llamado el órgano “divino”, está totalmente protegido por un caparazón, por el cráneo, por lo
que es intocable. Nuestro corazón y nuestros pulmones, órganos llamados “sagrados”, lo están menos por el
tórax: efectivamente, entre los costados hay espacios. Los órganos abdominales,
llamados órganos “profanos” no están del todo protegidos; hasta podemos
tocarlos.
Imaginemos, si ustedes quieren, la
relación de dos seres humanos: dos círculos, dos cruces y dos cuadrados. Eso
nos permitirá captar mejor la diferencia entre el amor y el sexo. Una gran
confusión reina a este respecto en nuestra sociedad actual y desgraciadamente
los confundimos con demasiada frecuencia. El sexo sólo es destructivo,
solamente crea relación a nivel de los “cuadrados”, es decir, cimientos
materiales. Abusar del sexo, tendencia muy extendida en nuestra sociedad
contemporánea, es un acto puramente físico, que conduce a la neurosis, incluso
a trastornos funcionales.
Lo más importante en este
mundo es el amor. Si se
basan en este principio del amor y le añaden sexo, entonces el amor se
encontrará reforzado. El verdadero amor puede existir únicamente si la
proyección recíproca entre dos seres existe también en los niveles espiritual y
mental. El amor a estos niveles puede existir, por otra parte, entre dos
personas del mismo sexo y entre padres e hijos.
Ese amor debería ganar al sexo, pues el
acto sexual sin amor, no es más que un acto animal, y no puede proporcionar más
que un placer superficial. Para alcanzar la plenitud del orgasmo es
indispensable la presencia del amor.
(del libro Vencer con la sofrología del
Dr. Raymond Abrezol)
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