SOFROLOGÍA -CURSO de la RELAJACIÓN DINÁMICA de CAYCEDO - PRIMER GRADO





SOFROLOGÍA -CURSO de la RELAJACIÓN DINÁMICA de CAYCEDO - PRIMER GRADO

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MINI CURSO EXPRESS PARA FAVORECER EL BIENESTAR




Leonard Orr, uno de los mayores defensores de las técnicas de respiración: “El simple hecho de respirar conscientemente constituye el elemento curativo más poderoso del cuerpo. Aprender a respirar correctamente y aprender al mismo tiempo a saber utilizar el poder de nuestros pensamientos en nuestro propio beneficio, son las actividades más importantes que puede aprender un ser humano”


En la tradición china, un ser humano con buena salud está simbolizado por




 


·        El círculo representa el cielo: tiempo, pensamientos, espíritu, inteligencia, metafísica.

·        La cruz representa la vida: sentimientos, mente, psicología.

·        El cuadrado representa la tierra: espacio, sentido, instintos, materia, cuerpo.

·        El ser humano se encuentra en buena salud cuando hay equilibrio entre estos tres niveles.

Si la energía no está en armonía en uno de estos niveles, el ser humano enferma. Esta es la base de la sofrología, por definición, la salud es el equilibrio perfecto entre el espíritu, la mente y el cuerpo.

La finalidad de la sofrología es la de obtener y mantener el equilibrio perfecto, la armonía entre el espíritu, el cuerpo y la mente. Un síntoma que se siente en algún lugar del cuerpo puede tener su origen tanto en la mente como en el espíritu. La sofrología enseña como hallar la armonía para prevenir los síntomas y también a hacernos responsables de nuestro propio equilibrio, de la salud, de encontrar la felicidad.

La sofrología es una terapia, pero también es una forma de prevenir.





Todo nuestro sistema educativo se basa totalmente en el cuadrado, es decir, en el materialismo y en el racionalismo, no hacemos más que estimular el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, por lo que solamente experimentamos una pequeñísima parte de nuestra” Totalidad”. Resultado: somos una sociedad materialista, esclava de sus instintos, somos científicos que en realidad no tienen más que el cuerpo y sus síntomas como meta. Nuestra inteligencia se debilita poco a poco, puesto que solamente vivimos en el nivel del cuadrado. Condicionados hasta el embrutecimiento, hemos creado un rebaño que ha perdido gradualmente la noción de un” todo, del amor, de nuestras emociones y, naturalmente, de nuestra espiritualidad. El mundo espiritual es, para la mayoría de nuestros contemporáneos, una inmensa herejía. Ya no hablamos más que de dinero, de sexo o de trabajo, cosa que nos lleva progresivamente por la pendiente deslizante de una robotización, en la que nos hacemos incapaces de pensar.

El círculo representa el lado espiritual del ser humano correspondiente al divino, allí donde las cosas no son explicables, sino más bien experimentadas, vividas. Eso puede aplicarse a la comunicación llamada “no verbal, y esa relación silenciosa entre dos seres humanos es la más poderosa que existe, e incluso mucho más que una comunicación verbal. Si leen muy atentamente, y me escuchan, observarán que intento comunicarme con ustedes más allá de las palabras, de las frases, y entonces podemos hablar de comunicación espiritual”. Pero si leen utilizando simplemente su entendimiento racional, entonces nos comunicaremos al nivel del cuadrado. Entonces hablaremos del simbolismo profano

La comunicación al nivel de la cruz representa el simbolismo sagrado. Sienten mis palabras, crean en ustedes una emoción más o menos intensa, estrechamente relacionada con los símbolos empleados, por encima de toda racionalidad, escucharán así un lenguaje sagrado

Es bastante complicado, intenten comprender, pero sin cansar demasiado su atención.


Si relacionamos el símbolo al concepto del ser humano en vertical, en buena salud, y consideramos nuestra anatomía, descubrimos que el círculo representa nuestra cabeza, la cruz esquematiza nuestro pecho con los brazos (en cruz) y el cuadrado nuestro abdomen.






Nuestra cabeza contiene el cerebro, que es el órgano del pensamiento, de la inteligencia. Es nuestro órgano espiritual, gracias al cual podemos comunicarnos completamente con nosotros mismos y con los demás, sin pronunciar una palabra.

En el interior de nuestro tórax tenemos los pulmones y el corazón, que están directamente relacionados con nuestras emociones y con nuestros sentimientos. Siempre que tenemos una emoción, se produce un cambio de ritmo cardíaco y respiratorio. Esa cruz representa pues, la parte de nuestro cuerpo llamada “sagrada”, en la que los órganos están relacionados con la psiquis.

En el abdomen, por el contrario, tenemos los órganos materiales relacionados con el instinto, el cuadrado.

Si observamos con más detenimiento, vemos que el cerebro, llamado el órgano “divino”, está totalmente protegido por un caparazón, por el cráneo, por lo que es intocable. Nuestro corazón y nuestros pulmones, órganos llamados “sagrados”, lo están menos por el tórax: efectivamente, entre los costados hay espacios. Los órganos abdominales, llamados órganos “profanos” no están del todo protegidos; hasta podemos tocarlos.

Imaginemos, si ustedes quieren, la relación de dos seres humanos: dos círculos, dos cruces y dos cuadrados. Eso nos permitirá captar mejor la diferencia entre el amor y el sexo. Una gran confusión reina a este respecto en nuestra sociedad actual y desgraciadamente los confundimos con demasiada frecuencia. El sexo sólo es destructivo, solamente crea relación a nivel de los “cuadrados”, es decir, cimientos materiales. Abusar del sexo, tendencia muy extendida en nuestra sociedad contemporánea, es un acto puramente físico, que conduce a la neurosis, incluso a trastornos funcionales.

Lo más importante en este mundo es el amor. Si se basan en este principio del amor y le añaden sexo, entonces el amor se encontrará reforzado. El verdadero amor puede existir únicamente si la proyección recíproca entre dos seres existe también en los niveles espiritual y mental. El amor a estos niveles puede existir, por otra parte, entre dos personas del mismo sexo y entre padres e hijos.

Ese amor debería ganar al sexo, pues el acto sexual sin amor, no es más que un acto animal, y no puede proporcionar más que un placer superficial. Para alcanzar la plenitud del orgasmo es indispensable la presencia del amor.



(del libro Vencer con la sofrología del Dr. Raymond Abrezol)


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